Description
Máscara mossi con borla roja - Burkina Faso
Peso: 0.745 kg
Dimensiones: 32 x 20 x 12 cm
En el corazón de la meseta central de Burkina Faso, donde la tierra se abre en tonos rojizos y el polvo se confunde con el horizonte, vive desde hace siglos el pueblo Mossi, o Moose, como ellos mismos se llaman en su lengua. También se encuentran en las tierras vecinas de Mali y Ghana, pero su alma está profundamente enraizada en este paisaje que respira historia, memoria y espíritu.
Entre los Mossi, las máscaras no son simples objetos. Son presencias vivas, portadoras del nyonse, el espíritu sagrado de la tierra, la fuerza vital que une a los humanos con sus ancestros y con la fertilidad del suelo. Cuando los hombres y las mujeres se cubren el rostro con ellas, dejan de ser individuos: se transforman en mensajeros entre el mundo visible y el invisible.
Durante los funerales, las máscaras acompañan a las almas hacia el reino de los antepasados. En los rituales agrícolas, invocan la lluvia, bendicen las cosechas y protegen la comunidad. También están presentes en las ceremonias de iniciación, cuando los jóvenes aprenden a escuchar el lenguaje secreto de la tierra.
Cada clan Mossi guarda sus propias máscaras, con estilos que varían según la región: Ouagadougou, Yatenga, Risiam, Kaya y Boulsa. Algunas son verticales, otras zoomórficas o humanas, pero todas representan espíritus protectores familiares o de la tierra.
Las máscaras Mossi se reconocen por su forma alargada y angular, coronada muchas veces por una cresta vertical que apunta al cielo. La decoración metálica, hecha de clavos o chapas, crea una textura de puntos que simboliza la fuerza y la protección espiritual. Los ojos estrechos y rectangulares miran con serenidad, mientras la boca pequeña y cerrada evoca el autocontrol y el respeto. En algunos casos, las borlas o tejidos que cuelgan de los laterales completan el atuendo ceremonial, danzando al ritmo de los tambores.
En las tierras de Ouagadougou, las máscaras suelen tener formas humanas o híbridas, con una decoración geométrica en rojo, negro y blanco y, a veces, superficies metálicas que reflejan la luz del sol. No son excesivamente altas, pero poseen una presencia poderosa, silenciosa, casi sagrada.
Así, cada máscara Mossi cuenta una historia: la del vínculo indestructible entre el pueblo y su tierra, entre los vivos y los muertos, entre la materia y el espíritu.
El nyonse, esa energía vital de la tierra sigue latiendo en cada madera tallada, en cada danza, en cada ceremonia.
Porque para los Mossi, la tierra no solo se pisa: se escucha, se honra y se recuerda.
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